Noticias 44 – 11

Reseñas

  • Sanchis i Marco, Manuel (2023): Miseria de la economía. Anatomía filosófica de una racionalidad vacía. Trea S.L. (978-8419525994), pp.292.

(por Isidro Antuñano Maruri, profesor de la Universidad de Valencia -jubilado- Isidro.Antunano@uv.es)

Bajo el título Miseria de la economía. Anatomía filosófica de una racionalidad vacía (editorial Trea Ensayos, enero de 2023), el profesor Manuel Sanchis i Marco aporta una reflexión metodológica profunda, documentada y muy crítica con el statu quo hegemónico en la ciencia social que llamamos Economía. Su reflexión se articula en dos partes, la primera de las cuales analiza y se posiciona sobre la relación entre la economía y la filosofía de la ciencia, mientras que la segunda explora los vínculos entre la economía y la filosofía de la justicia, o sea, entre las bases más materiales de la actividad humana y los valores no materiales en los que la actividad económica se encuentra inmersa.

La primera parte del libro es a la que más apropiadamente se aplica el riguroso título de Miseria de la economía, que en realidad podría decir, en mi opinión, Miseria de los economistas conservadores, autosatisfechos y regoldones. Y es que miseria, dice la Real Academia de la Lengua, RAE, en la primera de sus varias acepciones, es la estrechez o pobreza extrema, y esto es en definitiva de lo que el autor acusa a la ortodoxia económica de corte formalista: de ver la actividad económica exclusivamente desde las estrechas atalayas del individualismo, el egoísmo y el corto plazo, construyendo con ello una ciencia económica extremadamente alicorta y autista, que expulsa lo mucho que no entiende hacia los que considera sospechosos terrenos de la sociología, la antropología, la psicología y (vade retro) de la política, a la que la economía ortodoxa vitupera con saña. Como decía despectivamente el tan ortodoxo Milton Friedman acerca de la vasta obra de John Kenneth Galbraith: “après moi, la sociologie!” 

Tras haberse despachado a gusto contra el formalismo, en especial el de ropaje matemático, la segunda parte del libro de Sanchis devuelve la economía a los amplios continentes de la filosofía de la justicia, a los que la actividad económica se debe en última instancia y de los que nunca debió ser cercenada. Para la citada RAE, la justicia es (entre otras cosas…) el principio moral que lleva a determinar que todos deben vivir honestamente, entendiendo por honesto lo que es decente o decoroso. Lo que nos deja (¡ay!) con la inquietud de saber quiénes y cómo definen la decencia y el decoro, pero con la certeza de que no han sido Donald Trump, Elon Musk, o Bernard Madoff.

Sanchis analiza las teorías de la justicia desde Adam Smith a John Rawls y a Amartya Sen, con algunas excursiones gourmet sobre Thomas Hobbes, David Hume, Immanuel Kant y Jean-Jacques Rousseau. El hilo conductor de este análisis es nítido: de un lado, el rechazo a la pretensión por parte de la economía neoclásica de una eficiencia apolítica y exenta de valores morales; de otro, la presentación de las distintas vestimentas o ropajes con que las ideas abstractas de la justicia se presentan según los diferentes autores que han reflexionado sobre el tema: justicia conmutativa, justicia distributiva, igualdad de oportunidades, ampliación de las capacidades humanas, etc.

Se vislumbra así una economía muy alejada de lo que en su momento se denominó la era de los barones del robo, tan típica del siglo XIX pero que está plenamente vigente en algunos predios especulativos en este primer cuarto del siglo XXI. Una economía social, inclusiva, solidaria, arraigada en el territorio, que no echa del templo de la economía oficial a las personas con discapacidad, a los desempleados de larga duración, a las personas discriminadas por razón de género, a los habitantes de las comarcas alejadas de los grandes centros urbanos, o a las personas que identifican las nuevas necesidades sociales y las cubren a través de empresas sociales como los centros especiales de empleo, las empresas de inserción, las cooperativas sin fines de lucro, etc.

Una concepción económica que no es un brindis al sol, sino seguramente la única que puede reconciliarnos como sociedad y con la naturaleza. Pero, claro, hay tanto negacionista…

  • Ramió, Carles (2024): El colapso de la Administración en España. Un análisis políticamente incorrecto. Libros de la catarata, Madrid (ISBN: 978-84-1352-983-7), pp.157.

(por Antonio Sánchez Andrés, Departamento de Economía aplicada -Política Económica-, Universidad de Valencia)

Este libro constituye una reflexión sobre los problemas de la administración del Estado en España en la actualidad. En una sociedad de corte democrático, la población elige a unos representantes en el Parlamento o a un Presidente, siendo estas instituciones quienes determinan la composición del gobierno. Todas estas estructuras son las que dirigen la sociedad, en parte, a través de la política económica. Para que este tipo de dirección social sea posible se requiere la existencia de un cuerpo administrativo estatal. Entre sus funciones más relevantes aparece la recopilación y sistematización de información para poder tomar decisiones, y la aplicación de las medidas adoptadas por la gobernación del país. Así pues, la administración del Estado constituye un elemento esencial dentro de la política económica. En este contexto, adquieren un especial interés las consideraciones expuestas en este libro.

Este trabajo pone de manifiesto anomalías que presenta la administración pública en España, que se han acentuado a partir de la crisis del COVID. El libro se organiza en 6 capítulos. En el primero, se apuntan unos problemas que han contribuida a generar problemas funcionales en la administración pública. Los servicios se están transformando cada vez en más complejos, al tiempo que se han de ir considerando en su diseño y aplicación multitud de nuevas restricciones, como una multitud de identidades sociales y empoderamientos, consideraciones de género, cuestiones vinculadas a la incorporación de nuevas tecnologías, como la digitalización, la apertura de nuevas fuentes de transmisión informativas (redes sociales) o el envejecimiento de los trabajadores del Estado. Sin embargo, una limitación a la actividad del Estado que subraya el autor consiste en los problemas que acaecen con la dirección de la administración pública. En parte, estas dificultades se encuentran asociadas a su “soledad”, problemas de coordinación o la apatía en la estructura administrativa, cuando no su animadversión, a veces, ligada al empoderamiento de grupos ubicados en su interior. Desde este punto de vista, la administrativa estatal se encuentra inmersa en una falta de consideración del largo plazo, la falta de capacitación de los empleados en unas condiciones de cambio económico y tecnológico rápidos, la ausencia de compromiso de los empleados con la organización o, incluso, la adopción de malas decisiones por parte de algunos de estos últimos.

Como consecuencia de estos problemas se deriva una falta de capacidad de adaptación de la administración pública al entorno (incluso a su interior) cambiante. Estos son los aspectos que se abordan en el capítulo 2. En esta parte se destacan los problemas que generan la digitalización, la caída en la autoridad de la dirección de la administración estatal y la obsolescencia en la tareas y personal de la estructura administrativa.

En el capítulo 3 se explica otro tipo de problemas referentes a las relaciones entre el ámbito político y el administrativo. Por un lado, se constata el bajo nivel técnico de muchos políticos, por otra parte, se apuntan las intromisiones políticas en aspectos técnicos (siendo un caso extremo la aparición de casos de corrupción que se abordan al final de este capítulo) o la renuncia a introducir cambios sustanciales en el aparato administrativo del Estado.

El capítulo 4 se adentra en la gestión del personal de la administración pública. Aquí se subraya, en primer lugar, el problema del envejecimiento de la plantilla funcionarial y la necesidad de su rejuvenecimiento. En este contexto, se pone encima de la mesa la discusión sobre la estructura psicosociológica de la nueva generación. En segundo lugar, se subraya la necesidad de cambiar las formas organizativas internas de la administración pública. En tercer lugar, se apuntan los incentivos de los trabajadores del Estado, que se vinculan a la necesidad de establecer nuevos mecanismos de adhesión. En este momento de la discusión, el autor cuestiona el sistema de vacaciones, los días de asuntos propios o el teletrabajo, apuntando hacia medidas de reformas más imaginativas. Así pues, los cambios en las formas de selección de personal, la reordenación de los incentivos a los trabajadores y la recuperación de la autoridad de la dirección de la administración pública pasan a un primer término. Sobre este último aspecto se incide especialmente en el capítulo 5, en el que se platea una reforma en las funciones de los directivos de la administración estatal.

El capítulo 6 es una especie de conclusión en el que se plantean de manera sintética algunas propuestas de reforma de la administración pública. Parte de ellas se derivan de la exposición realizada en el libro, pero realizada de forma más sistemática, como ocurre con los nuevos derechos y obligaciones de los trabajadores del Estado.

En conclusión, se trata de un libro interesante y actual, que puede utilizarse en cursos introductorios de Política Económica. En particular, en aquellos que aluden a los límites institucionales de la política económica.



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