Noticias 47 – 12

Emprender con calma(*)

(Por Noemí Alonso, Responsable de Contenidos en Santander X Explorer)

*Esta reseña ha sido publicada originalmente en Comunicación y género (ISSNe:2605-1982) https://dx.doi.org/10.5209/cgen.99741 y es reproducida aquí con permiso de la revista.

 

Una propuesta feminista para montar tu negocio sin caer en las trampas de Silicon Valley”, reza la portada de “Emprender con calma”, el primer libro de Patricia Araque. Porque esta experta en emprendimiento no cree en el mito exportado por este rincón de California: el varón genial, que funda en un garaje un negocio revolucionario y lo vende por una millonada a una multinacional, tras haber cambiado el mundo y generado una infinita admiración. Hay que desmontar esta “farsa machista y turbocapitalista” y redefinir el concepto de éxito: “es almorzar todos los martes de primavera al sol con el amor de tu vida. Pero a ti te han contado siempre otra cosa. Y a mí. Y nos lo creímos” (p. 11).

Estas son las líneas iniciales de una introducción que da paso a un derribo brutal de los conceptos asociados al triunfo emprendedor. El primero de ellos, el dinero, claro: “El machismo, el racismo y el clasismo que rezuman los ecosistemas de emprendimiento al colocar el dinero en el centro desaparecerán si somos capaces de situar en ese eje central lo más importante: las personas” (pp. 34-35). Cuando esto ocurre, el dinero ya no es el objetivo que se debe perseguir a toda costa;no es la cosecha, sino el abono que sirve para generar riqueza de formas muy diversas.

Es aquí donde entra la vertiente social que ha de estar presente en todo emprendimiento con el fin de que sea creador, reparador. Para que te deje entender que cuidarse no es un signo de debilidad, sino de amor propio. Y que protegernos unos a otros trae ventajas, como demuestran las empresas cebra.

“Al contrario que los emprendimientos unicornio (una anomalía, como recuerda la autora), las compañías cebra son como los propios animales: organizaciones que se mueven entre el blanco y el negro, esto es, que buscan un beneficio económico, pero al mismo tiempo quieren mejorar la sociedad, sin sacrificar una cosa en detrimento de la otra” (p. 57).

Empatía vs. Ego, precisamente el título del capítulo en el que se explica cómo la prosperidad puede (y debe) ser sostenible. Cada uno de los apartados del libro se organiza en torno a esta estructura de conceptos duales: el tradicional, el que nos han vendido,queda aniquilado mediante argumentos que se despliegan de forma orgánica, natural, y ejemplos (muchos, algunos en primera persona, e insultantemente certeros) que los refrendan. Eso da paso al término antagónico que no te cuentan en los relatos tradicionales, pero existe. Es posible. Y deseable. “Hacer más con menos a costa del bienestar de fundadores y empleados no es productividad, es turboproductivismo” (p. 87). Con estas afirmaciones feroces, Araque te obliga a replantearte lo que creías que querías y cómo ibas a llegar hasta ello.

Gracias a su utilización del humor (“Cuentan quienes le conocen que cuando Elon Musk anda enfocadísimo en alguno de sus proyectos, duerme en el suelo de sus fábricas. Duerme en el suelo. En el suelo de una fábrica. ¿Esto es el éxito?” (p. 13)), la autora logra que no caigas en la desesperación si, como persona interesada en el emprendimiento, has estado durante años buscando algo de la forma equivocada. No provoca que te sientas mal; al contrario, te motiva a buscar lo que es correcto para ti, según tu definición. Porque ese humor no esconde que nos estamos jugando algo muy serio: nuestro bienestar. Nuestra calma.

Para llegar a ella no hay una sola vía. No basta con cumplir uno o un par de los preceptos desgranados a lo largo de los capítulos: empatía, reproducción, confianza. Mejor dicho, podemos cumplirlos, pero teniendo en cuenta algo indispensable: “No encontraremos futuro emprendedor en el individualismo porque cuidar y cuidarse dentro de la empresa, cambiar los ritmos de crecimiento y sus velocidades, elegir no competir y mantener la mirada anclada en el largo plazo debe hacerse en conexión con la comunidad y poniendo el bien común en un primerísimo plano. O asumimos que somos el resultado de la interconexión y el esfuerzo colectivo de los que nos precedieron, o estaremos construyendo el mismo tipo de empresa que nos está llevando de cabeza al precipicio” (p. 198). Cooperar o desaparecer, he ahí la cuestión (emprendedora). Esta bofetada de realidad es por si todavía creías en los cuentos de héroes triunfadores que llegan a la cima con su esfuerzo individual. Allí son felices y comen perdices… sin nadie con quien compartirlas.

Puede que esta sea la definición de éxito para esos “héroes”; si es así, están viviendo lo que querían y nadie puede reprochárselo. El peligro está en que otros hayan definido ese éxito por ellos. En que se hayan dejado embaucar por el relato hegemónico sin plantearse que hay alternativas y una de ellas (una muy común, por otra parte) es que la cosa no salga bien y sea necesario pivotar, en el mejor de los casos.

 



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